lunes, 2 de agosto de 2010

¿Quién podría soñar con Carver?


Leo en una entrevista a Catherine Pancol (Marruecos, 1954), autora de “Los ojos amarillos de los cocodrilos” (La esfera de los libros, 2009) que, entre los seguidores que la escriben, se cuentan algunos psicólogos que le comentan que recomiendan sus libros a sus pacientes. Esto me ha hecho pensar que quizá en los lugares comunes es donde los humanos nos sentimos más tranquilos, donde descansamos de verdad, donde podemos soñar. Que si son comunes, es por algo. Que es posible que en ellos esté la salud (mental) y que todo lo que se salga de sus límites sea carne de diván.
La mujer fea, pero inteligente, trabajadora, intelectual y virtuosa, madre empedernida, cuyos síntomas de descuido, el sobrepeso y la falta de estilo, se curan a lo largo de la historia, de modo que al final alcanza el éxito y el reconocimiento profesional. E incluso liga con un hombre (hermano gemelo de un modelo publicitario) atento, soltero, culto, disponible y que se enamora de ella. La mujer fea y sumisa que se enfrenta a su hermana, la bella, pérfida e inmoral. En fin.
Siempre he pensado que la misión de la literatura es producir extrañeza. Sorprendernos, contarnos algo que no sepamos de lo que en apariencia sabemos, de la realidad en la que habitamos y cuyas dimensiones, en teoría, tratamos de dominar para adaptarnos y ser algo así como felices. O sobrevivir, sin más. Quizá la extrañeza suponga demasiado desasosiego y sea más cómodo y gratificante entregar nuestro tiempo libre a reafirmarnos en lo que queda al alcance de los ojos.
La historia de Pancol es amable y positiva, incluso con lo que, a priori, nadie sería amable y positivo. Teje una red de historias, todas alrededor de nuestra heroína fea, inteligente, etc., todas con temáticas comunes y mezcladas: amor, éxito, dinero, relaciones, familia. Un conjunto que elige la extensión (550 páginas) a costa de la intensión.
Podría entretenerme en criticar algunos personajes y situaciones, por inverosímiles; o en denunciar el uso tramposo del indirecto libre; o incluso ese narrador hiperactivo que salta de cabeza en cabeza, con tal de no dejarse nada en el tintero, no sea que usemos la imaginación (aunque al menos no nos cuenta lo que piensan los cocodrilos de los humanos, que ya es algo). No lo haré porque, en realidad, ¿a quién le importa un comino el narrador, el indirecto libre o la verosimilitud?
Tal vez deba resignarme y aceptar que el gusto común de soñar despierto pasa por lo inverosímil. Por lo más epidérmico. Pasa y ahí se queda. Que, puestos a soñar, ¿quién soñaría con la paga extra mientras existan los euromillones? Se nota que la autora ha soñado mucho mientras la escribía. Por eso, ha podido hacer soñar también a muchos hombres y mujeres. Y supongo que por eso merece ganar mucho dinerín, como ha debido ganar con el libro. Me alegro por ella. Y más me alegraría si no existiera la envidia. Hace bien. Se le da bien soñar en Marina D´Or. ¿Tiene algo de malo que la gente sueñe, que lea, que gaste su dinero en libros? Yo creo que no. Además, hay que ser prácticos: ¿quién podría soñar con Carver?

8 comentarios:

  1. Ya te he puesto más a mano, en Onlymary.
    Te leeré con gusto, como siempre, pero dudo que pueda comentar...


    Gracias por invitarnos. Un placer.


    Besos

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  2. Yo también te seguiré pero, como dice Mariluz, dudo que te comente. Estoy en fase poco lectora últimamente... con lo que llegué a leer años atrás!!

    Besos y suerte

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  3. Yo. Yo soñaría con el Carver de su segunda vida, el enamorado de Tess Gallagher y de la vida. El que consiguió de ella (la vida) lo que quería: sentirse amado sobre la tierra.

    Y por supuesto, quien no soñaría con el éxito y el reconociemiento de Carver.

    Una sonrisa.

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  4. Mari Luz, Elvira: ¡Gracias por vuestra fidelidad! Sois unos soletes.

    Juan Carlos Ortega: Bienvenido. Y también soñaría con un editor como el de Carver, que mejorara mis textos y tal... Aunque los textos en sí sean el desasosiego. ¡Gracias por la visita!

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  5. Espero que me disculpéis si me pongo demasiado estupenda a ratos. ¿Pero alguna vez has dejado de ser estupenda?, Un beso para esa personilla inteligente, tierna y sobretodo ESTUPENDA, ;0)muuuuuuuua

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  6. Y la extrañeza, como decía Ángel González, es la que lleva a la literatura.

    te leeré aquí también

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  7. He venido recomendado hasta tus palabras. No me defraudaron en absoluto. Sólo en cantidad y afluencia. Imaginaba una bitácora de más recorrido (cronológico), y resulta que aún comienzas.
    Me ha gustado esta irónica página sobre ese libro famoso.
    Por cierto, el título... todo un acierto.

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  8. Isita: Gracias, eres un sol. Un beso para ti también.

    Amparo: Mil gracias por venir aquí también. Un saludo.

    Eduardo: Bienvenido y mil gracias por tu visita. Me alegra que no te hayas sentido defraudado con lo que has leído. Lo demás (el poco recorrido, etc) se soluciona con el tiempo. O esa es mi intención, al menos. Un saludo.

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