sábado, 10 de septiembre de 2011

LABERINTOS

Este diario resulta no serlo tanto. Ariadna no viene en mi rescate, así que aquí estoy: soy yo la que tengo que sacar de la nada el hilo conductor que me lleve a la salida. Y eso lleva tiempo. Pensar. Sentarse delante del ordenador y buscar el trance. Congelar al censor, sopesar las ideas, anotar las que puedan ser valiosas...
Es como darle a la palanca y que empiece delante de nuestros ojos el baile de posibilidades, de combinaciones. Solo que lo mejor es que si se detienen los rodillos en una que no nos guste podemos volver a tirar de la palanca, jugamos de nuevo. Y la única moneda que perdemos es el tiempo. La más valiosa, tal vez.
A veces sale el premio grande y las ideas brotan en cascada y rebosan todas las bandejas, y la mano no da abasto. Otras, las horas se pierden en nada. Es cierto que es un proceso en el que se avanza a base de paciencia, que puede ser penoso cuando las piezas que manejamos son sentimientos, o recuerdos, o venganzas. Pero ¡esa maravillosa sensación de dar con el premio! Cuando se detiene el mecanismo y es evidente que la combinación es la ganadora, porque brilla, porque destaca entre la maraña de pensamientos de manera inequívoca... ése es un instante impagable.
El hilo que lleva a la salida está hecho de esos instantes trenzados. Es inevitable que unos brillen más que otros, pero todos deben de ser fuertes o si no la cuerda se romperá por algún punto. No diré que la tarea no sea desesperante, en efecto, a veces. Y dolorosa. Que no ponga en juego todos los resortes de la autoestima. yes, we can. Pero no se me ocurre nada mejor que hacer, ni en qué gastar mejor las monedas que componen mis días.
Nada mejor que transitar los propios laberintos.
Y del minotauro ya hablaré otro día.

2 comentarios:

  1. Pues a mi me parece una excelente forma de gastar tus días, porque se te da bien y es un placer leerte; Probablemente haya mucho trabajo tras esas letras y palabras, y desde luego es bueno saber o aprender a apreciarlo; Pero sobre todo, disfrutar de leer.
    Besos.

    Jesús.

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  2. Puede que, de puertas afuera, el único valor de este esfuerzo sea el disfrute que pueda producir a quien reciba la botella con el mensaje dentro. ¡Gracias!
    Un besote.

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