jueves, 18 de agosto de 2011

"Los buenos libros se escriben solos. (...) Si el escritor piensa acerca de su material el tiempo suficiente, hasta que se vuelve parte de su mente y de su vida, y se acuesta y se despierta pensando en él, cuando al final se siente a trabajar fluirá con voluntad propia. Un escritor debe sentirse en sintonía con su libro mientras lo escribe, ya le lleve seis semanas, seis meses, un año o más. Es maravilloso el modo en que trozos de información, rostros, nombres, anécdotas, toda suerte de impresiones que llegan del mundo exterior durante el periodo de escritura se vuelven utilizables para el libro."
Patricia Highsmith. Suspense.

La vida es la materia, el plancton. Penetra, se instala en las circunvoluciones. Todo es alimenticio, nada se desecha. De repente, ya no existe al aburrimiento. La mente vuela lejos, se sostiene en otro mundo. Otro mundo posible. Todo tiene sentido, de repente. Los días se convierten en amigos, en aliados. Hay nombres inventados que empiezan a rebotar en las paredes del cráneo. Sombras detrás de la espalda. Algunos monstruos.
Luego te sientas a escribir y, es cierto, todo sale como las palabras en un ataque de ira, como las caricias ciertas noches: de dentro, mías, pero como si alguien nos dictara al oído. Milagroso, si nos paráramos a pensarlo.

2 comentarios:

  1. Es de noche, y al leer "sombras detrás de la espalda" has conseguido hacerme mirar para atrás (deja de reirte) ;o).
    Milagroso? No sé; probablemente trabajado, eso sí. No me había parado a pensar que el proceso de escribir un libro pueda llegar a ser de una reconcentración tal que todo el día, todos los sucesos, las palabras, acaben girando en torno a la tarea. Que vaya saliendo,plasmándose en algo tangible, que disfrutes mucho haciéndolo, y que lo veamos y disfrutemos los demás también claro ;o)
    Besos.

    Jesús.

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  2. :-)
    Es un éxito para el escritor, sin duda, saber crear ese desasosiego.
    Gracias, Jesús. Un beso.

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